Vamos haciendo silencio y nos preparamos para comenzar la oración.
Ve dejando tu cuerpo sereno, aparta la pereza, la desgana o la preocupación y respira profundamente, llenándote de Vida... Deja que tus pulmones se llenen por completo y suelta el aire despacio, hasta vaciarte... 3 veces... Percibe, en un momento de silencio, el regalo de la vida, conéctate por dentro con las personas y las cosas que hay a tu alrededor, toma conciencia de la suerte de estar aquí y ahora.
Comenzamos nuestra oración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Iniciamos la semana escuchando un trocito del Evangelio de Lucas que se lee en el día de hoy:
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público.
Es absurdo encender una luz para después taparla con un objeto que la haga pasar desapercibida… Pues así de absurdos somos nosotros cuando no nos atrevemos a poner en juego nuestras capacidades por miedo a destacarnos, al qué dirán, a no hacer las cosas perfectas…
En la mañana de hoy, toma conciencia de tu propia luz. Aunque a veces te cueste creerlo, cada uno de nosotros puede alumbrar mucho a los demás. A veces quienes más luz nos dan no son necesariamente las personas más potentes, sino las que han logrado vencer sus miedos y, sencillamente, ofrecen lo que son.
--> ¿Qué pequeña o gran luz puedes aportar tú esta semana? ¿Hay alguna cosa que no te atreves a hacer, que vas posponiendo y sería bueno que iniciaras?
Pídele al Señor ser capaz de dar el paso.
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